Suzanne Valadon, la pintora que vivió siempre en libertad

Suzanne Valadon

[1865-1936, Francia]

Suzanne vivía en un mundo pictórico, mental y sensitivo del que la delicadeza y el disimulo no formaban parte. Rotunda y franca, pintaba gentes y objetos tal como los percibía, sin artificios.

Orgullosa y enamorada de su familia, de una madre soltera, pobre y recién llegada del campo, que había ido a París a sacar adelante a su hija.

Suzanne dejó la escuela a los once años para trabajar como criada, aprendiz de modista y vendedora en los mercados. Con quince, y casi analfabeta, empezó a posar para los numerosos pintores de Montmartre, que la adoraban por su vigorosa belleza, desparpajo y frescura.

Durante años posó para Puvis de Chavannes, Renoir y Toulouse-Lautrec, entre otros, con los que compartió juergas y, a menudo, sus camas.
Se quedó embarazada y dio a luz a los dieciocho años a su hijo, Maurice, que, según se decía, podía ser hijo de Renoir o Degas.

Mientras la abuela cuidaba de Maurice, Suzanne aprendía a pintar, fijándose en cómo lo hacían aquellos hombres para los que posaba.
En 1890 empezó a convertirse en una celebridad en el mundo artístico parisino. Contrajo matrimonio con un agente de bolsa, al que terminó abandonando para instalarse y casarse con un joven pintor 21 años menor que ella llamado André Utter.

André se convirtió en su agente y el de su hijo, que al igual que su madre, había demostrado tener talento en el mundo artístico como pintor, aunque con un toque de autodestrucción, pues su alcoholismo desataba una gran agresividad en él.

Suzanne pintó más de 450 óleos y más de 300 dibujos, hizo paisajes, retratos y naturalezas muertas, aunque lo que más impactó de su obra fueron sus desnudos. Retrataba la figura de la mujer sin idealizarla, fue probablemente la primera pintora en representar los cuerpos masculinos como objeto de deseo y placer.

A pesar de la calidad de sus obras, su mérito como autodidacta y el éxito conocido en vida, los historiadores decidieron olvidarla tras su muerte y ensalzar a su hijo, valioso, pero mucho menos original que Suzanne, una verdadera hija del pueblo.

Que su nombre no se borre de la Historia

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