Anna Bilinska, la pintora realista que marcaba con sus miradas

Anna Bilinska

[1857 – 1893, Varsovia]

Anna Bilińska-Bohdanowicz fue una artista nacida en Polonia, y mejor conocida por la perfección de sus retratos.
Nacida bajo el nombre de Anna Bilińska, fue hija de un médico polaco en Ucrania, donde pasó gran parte de su infancia. Al poco tiempo se trasladó con su padre a Rusia, antes de estudiar música y arte en Varsovia.

Artista polifacética, estudió música durante dos años en el Conservatorio de Varsovia y continuó luego su aprendizaje como pintora con el maestro Wojciech Gerson, el gran pope del realismo en Polonia, maestro de una interesante generación de artistas.

Con veinticinco años realizó un largo viaje por Europa para contemplar las obras de los maestros del pasado, instalándose finalmente en París para estudiar en la Académie Julian, donde coincidió con otras grandes pintoras de la época como Marie Bashkirtseff.

Para pagar sus clases de pintura tuvo que trabajar como profesora de música y dibujo, llevando una vida austera llena de frío y hambre.

Las muertes de su padre, su prometido y la que era su mejor amiga fueron tres duros golpes que la dejaron en una situación aún peor anímica y económicamente, hasta que la contrataron como profesora en la Académie Julian.

Por entonces ya había desarrollado una brillante carrera internacional, exponiendo en Londres, Berlín, Grenoble, Varsovia, Estados Unidos y habitualmente en el Salón Parisino.

Ocho años después, se casaba en París con Antoni Bohdanowicz, un médico polaco. Juntos regresaron a Varsovia con la idea de abrir una escuela de arte para mujeres. Lamentablemente, murió un año más tarde, a los 36 años, de una afección cardiaca repentina.

Su obra permanece dispersa y en gran medida olvidada, probablemente escondida en colecciones privadas.

Fue una mujer valiente, fuerte e independiente, de mirada intensa, que buscó los medios para viajar y aprender pintura cuando sólo las más adineradas tenían acceso a las academias, hizo su vida y luchó por hacerse hueco en un mundo mayoritariamente de hombres.

 

Que su nombre no se borre de la Historia

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