Emma Goldman, la mujer cuyos discursos feministas movían masas

Emma Goldman

[1869-1940, Rusia]

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 La infancia de Emma se vio oscurecida por la violencia que su padre ejercía sobre ella y sus hermanos, refugiándose en su medio hermana Helena, con quien siempre mantuvo una estrecha relación. Debido a la mala cabeza de su padre, que dilapidó el dinero que su esposa y madre de Emma, que había heredado de su primer marido, en un sinfín de negocios que nunca fructificaron, la familia Goldman tuvo que trasladarse de una ciudad a otra buscando encontrar una vida mejor. Esto dificultó que Emma y sus hermanos crearan fuertes vínculos y echaran raíces.

Cuando empezó a estudiar, a sus siete años, en una escuela estatal comenzó a sufrir el maltrato de algunos profesores y el acoso y abuso de otros compañeros. A pesar de su corta edad, Emma se enfrentó a ellos y empezó a mostrar su carácter rebelde y contestatario. Emma quería estudiar, pero las penurias económicas de su familia le impidieron continuar en la escuela, pero no que ella estudiara de modo autodidacta.

Años después, harta de aquella situación probó suerte viajando a Europa, buscando una vida mejor, pero lo que encontró fue desalentador. Contratada como costurera, trabajaba más de diez horas diarias por un sueldo mísero. De nada le sirvieron sus quejas a los patronos y decidió probar suerte en una tienda. Allí conoció al que sería su marido durante apenas un año.

Con una máquina de coser y cinco dólares, Emma Goldman llegó a su nuevo destino donde conocería a los principales líderes anarquistas del momento. Entre ellos, Alexander Berkman, con quien mantendría durante mucho tiempo una relación.

Al año siguiente, Emma empezó a dar discursos en público defendiendo a los trabajadores.Sus discursos aglutinaban a miles de personas por lo que las autoridades empezaron a verla como una agitadora social peligrosa. En 1916 fue arrestada en Filadelfia acusada de incitar a la revuelta. Mientras esperaba ser juzgada, la periodista Nellie Bly la entrevistó para el New York World. Condenada a un año de prisión en Roosevelt Island, Emma aprovechó su reclusión para estudiar medicina y sumergirse en la lectura de intelectuales y pensadores como el defensor de los derechos femeninos, John Stuart Mill.

Al salir de prisión se unió a Margaret Sanger en la defensa de la utilización de los métodos anticonceptivos y la posibilidad de controlar la maternidad, continuó con sus giras por todo el país defendiendo el anarquismo y en los años posteriores escribió una serie de artículos sobre la Rusia revolucionaria para el New York World que se convertirían posteriormente en dos libros.
Con el estallido de la Guerra Civil Española, aún tuvo fuerzas para viajar a la Península y entrar en contacto con las organizaciones anarquistas como la Confederación Nacional del Trabajo y la Federación Anarquista Ibérica.

En 1939 regresó a Canadá donde fallecería pocos meses después, el 14 de mayo de 1940, después de sufrir un derrame cerebral. El cuerpo de Emma descansa ahora en Estados Unidos.

Que su nombre no se borre de la Historia

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